El relato épico de Zelenski al frente de un país asediado por los bárbaros y que en parte ha sido fabricado en Occidente para justificar su apoyo con armas y dinero al Gobierno de Kíev no ha podido evitar estos días la constatación de que Ucrania sigue siendo uno de los países más corruptos del planeta y que la guerra está alimentando un polvorín que podría reventar en el futuro en cualquier parte.
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