Cada vez que un miembro de ETA ingresa en prisión, los simpatizantes de la banda colocan su foto en el bar de la izquierda abertzale de su pueblo. Allí estará hasta que el preso salga de la cárcel y acuda personalmente a quitar la foto de la pared. Pero cuando alguien es expulsado del colectivo de presos de ETA, su foto desaparece de la herriko de su pueblo y de la web de Askatasuna. También desaparece su nombre de la lista de presos, como si no existiera. Es la muerte civil del disidente para el mundo de la izquierda aber-tzale.
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