¿Qué es la ciudad sino su propia gente? La pregunta la hizo William Shakespeare. Y hoy ni el urbanista más ciego ignora que las ciudades están hechas de carne y no de hormigón. “El contacto cara a cara conduce a una mayor confianza, una mayor generosidad y una mayor cooperación”, señala Glaeser. Somos las personas y nuestras rutinas las que llevamos vida a la calle y así seguridad y vitalidad a los barrios y futuro a las ciudades. Es cierto que la tecnología hace posible un alto grado de comunicación sin contacto.Sin embargo...
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