La espeluznante escena de un parque situado justo detrás de un colegio, una piscina y una guardería municipal sembrado de bolsas de jeringuillas y con el trasiego prácticamente constante de toxicómanos arriba y abajo no sorprende en absoluto a los vecinos de Trinitat Vella, más que acostumbrados a la situación, aunque no por ello resignados a aceptarla. «No estamos dispuestos a que nuestro barrio sea el supermercado de la droga de Barcelona», apunta Imma Morlesín, madre de la Coordinadora d'AMPES de Trinitat Vella.
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