La frase es tan contundente y demoledora que admite muy pocas interpretaciones: "Un subordinado hace lo que su jefe le ordena que haga, y las responsabilidades son imputables a su jefe". La pronunció Federico Trillo el 14 de junio de 1995 en el Congreso, con luz y taquígrafos, mucho antes del accidente del Yak-42 que costó la vida a 62 militares españoles que regresaban de su misión en Afganistán, hace ahora seis años. Y ayer, esa máxima solemne se volvió contra él.
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