El cardiólogo William Davis afirma que el trigo moderno es el perfecto veneno crónico. El problema empieza en los años 60, cuando un programa de mejoramiento genético en EE.UU. crea una variedad más rendidora por hectárea, pero también más cargada de gliadina, una glucoproteína que se fija en los receptores opioides del cerebro y en la mayoría de personas provoca aumento de apetito y patologías alimenticias. Por eso tanta gente que elimina la ingesta de productos de trigo logra dramáticas reducciones de sobrepeso y mejoras de salud en general.
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