Silvia y Orlando cometieron el error de pensar diferente cuando no debían. Por ello fueron secuestrados en 1980 por la dictadura argentina, y sus hijos fueron entregados en adopción a diferentes familias. La menor de ellas nació durante el cautiverio, y hasta la fecha no se había podido confirmar su identidad pese a las sospechas, fundadas en una denuncia anónima que recibió Abuelas de Plaza de Mayo. Tras la prueba de ADN se vieron confirmadas y casi 28 años después los tres hermanos víctimas del terrorismo de estado se vuelven a ver.
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