En definitiva, durante el periodo sin Gobierno del país los belgas vieron crecer su economía, redujeron su proyección de déficit fiscal, el país ejerció la presidencia semestral de la Unión Europea (UE) y envió aviones de guerra a un país en conflicto: Libia. Y lejos de pensar que el país se hundía, los belgas tuvieron la sensación en todo momento de que el país seguía funcionando normalmente.
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