Un británico agredió, arrastró y encerró a su mujer en la caseta del jardín por una "tremenda falta de empatía" cuando, tras la muerte de su madre ella no paraba de cantar "Ding Dong, la bruja ha muerto". En el juicio ha dicho que a pesar de la provocación lamenta profundamente lo que hizo a su mujer y que no debería haberlo hecho.
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