Y había dos maneras de llevar Dragon Ball a la gran pantalla: a) respetando los personajes, el estilo y el espíritu de la mítica serie japonesa o b) pasándoselo todo por el forro de los cojones. Un comité de expertos estuvo reunido durante días enteros para decidir entre las dos opciones y, tras profundas reflexiones, acabó decantándose por la segunda. El porqué sigue siendo un misterio. ¿Traumas infantiles y ganas de joder a la humanidad?
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