Según el periódico griego "To Vima" Tsipras tenía un plan B en el caso de que la Troika no cediera y este consistían en solicitar a la Rusia de Putin un préstamo de $10.000 millones que sirviera de respaldo al nuevo dracma griego con lo que la nueva moneda pudiera ser viable y viera luz. Sin dólares en reserva Tsipras no podía salir del Euro sin provocar una catástrofe de proporciones épicas
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