Es frecuente que haya contratados cuyos salarios sean de 600 o de 800 euros. Y hay quienes, cuando ofrecen a sus investigadores contratos de 900 euros y estos se quejan, les dicen que si no les gustan los contratos de 900, también los tienen de 700”. Ese ambiente tan duro y competitivo deja secuelas que perduran incluso cuando ya se han conseguido un trabajo estable, máxime cuando “los capos suelen encabronar a unos becarios con otros”.
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