Los empleos salen como en una especie de subasta, pero al revés. El mejor postor es el que está dispuesto a trabajar por el menor precio posible. Hasta que un día, el "precio" de salida es "GRATIS". Y la sala enmudece. Y entonces, entre los asistentes, alguien levanta la mano. Y dice... “Yo”. Y luego, como si fuera una erupción, empieza una cadena de "yo", de unos y otros, peleándose por ese "trabajo" gratuito. Y añado "trabajo" entre comillas porque eso no debería llamarse así, sino esclavitud...
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