Gordillo es incómodo; es un incordio; se lleva a la gente de carretera; hurta o induce a hurtar comida en los supermercados; ocupa tierras baldías; hace sit ins (qué caramba, cómo me suena eso) en sacrosantos espacios bancarios; se chapuza indebidamente en las piscinas de lujosos palacios-hoteles; quebranta la ley y, además, no para de rajar diciendo cosas tan claras, evidentes y gruesas que soliviantan al personal. Definitivamente, Gordillo es una amenaza al tranquilo orden de la plaza en donde los pocos ricos gobiernan...
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