“El problema es que esta gente no ve al toro como un animal sino como un objeto”, explica el etólogo Jordi Casamitjana. Los taurinos tienen otra opinión. Las reses bravas han nacido para el embiste, pueden llegar a ser una “máquina de matar”. Se refieren a ellas como “personas de diversa personalidad”. Unas valientes, otras cobardes. Para ellos, morir, romperse las piernas o perder las pezuñas en el asfalto son “accidentes laborales”
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