Cuando llegó Esperanza Aguirre en 2003 Telemadrid cubría con los ingresos de publicidad el 50% de su presupuesto. En 2011 era apenas el 27%. Sumemos suculentos contratos entregados a productoras y presentadores de probada solvencia "popular", sueldos desorbitados y contrataciones sin control fuera de convenio. Llegamos a esta tormenta perfecta que permite desmantelar una empresa al tiempo que enriquecer el patrimonio particular de algunos en un trasvase de fondos públicos a manos privadas digno de estudio en cualquier escuela de negocios.
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