No sé que extraña percepción de la realidad sufre el premio Nobel hispanoperuano para considerar que picar, banderillear, estoquear, descabellar y apuntillar a un toro es tratarlo con inmenso amor cuando cualquier otra persona sólo puede hablar de un comportamiento hiriente (y no decimos que es maltrato o tortura porque sensu stricto sólo se puede maltratar o torturar a una persona pese a que el Código Penal diga otra cosa como veremos más adelante).
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