El catálogo de estupideces aumenta sin parar porque los ciudadanos han renunciado a sus derechos en el momento en que entran en un aeropuerto. Es como si atravesaran una máquina tipo Star Trek y aparecieran en un campo de reeducación de Corea del Norte. La última de EEUU es que ya no permiten pasar a nadie con el cinturón puesto, aunque sea sólo de cuero.
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