Vivimos en una sociedad de consumo que ha hecho de la sexualidad un producto más y en la que las relaciones amorosas y sexuales se banalizan y se reducen a un plano de placer propio sin pensar -muchas veces- en la otra persona. Por ello, la autoexploración, o masturbación, resulta una parte fundamental para disfrutar de la sexualidad propia, y también de la compartida.
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