En el universo despiadado del entomólogo Berlanga, al diminuto López Vázquez, particularmente expuesto por su triste seriedad, podemos aplastarlo burlándonos de él. Los seres risibles son vulnerables y los que se ríen de ellos afirman, con obscenas carcajadas, su superioridad. Ese afán de ridiculizar, cuando se proyecta sobre un poder ilegítimo, revela una condición servil: caricaturizan a los políticos pero siguen votándolos.
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