Había acabado su jornada diaria y como hacen millones de españoles, se largó a su casa. La diferencia es que dejó todo un aeropuerto sin control aéreo, y el primer vuelo que llegó se encontró sin nadie que le guiara en el aterrizaje. Al final el vuelo se tuvo que desviar a Zaragoza, los pasajeros trasladarlos por autovía, y les provocó un retraso de dos horas. El sueldazo que cobra este señor, parece que no le exime de dejar un aeropuerto al "control divino".
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