Todos reconocemos que los anhelos primarios de la televisión deben ser: informar, enseñar, culturizar y recrear. La telebasura, promovida en Norteamérica con el “Real World”, zanjó el menú de diversión. La desfachatez, la intromisión en la vida privada y la ironía déspota y patética son frecuentes. La Federación Internacional de Asociaciones de Telespectadores asevera que, las series acusadas de telebasura, son “un cáncer cuya metástasis, tiende a invadirlo todo”.
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