Ben Southall, el británico quien tiene el “mejor trabajo del mundo” como cuidador en un archipiélago de islas en Australia, casi muere: le picó una medusa venenosa. “Estaba disfrutando una tarde en una tranquila playa cuando sentí un pequeño pinchazo, como el aguijón de una abeja, en el antebrazo”. No se dio cuenta de que el pinchazo había sido de una medusa transparente, apenas del tamaño de una uña, pero tan peligrosa como las serpientes más venenosas. Fue tratado inmediatamente con un antídoto y ya está recuperado, aunque hospitalizado.
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