El caballero en cuestión es, efectivamente, un zapatero, y ejercía en aquellos años su profesión en este diminuto local de la calle Bateman, en el Soho londinense. Al parecer, el pequeño negocio tenía las siguientes dimensiones: 2 metros de anchura, 1,6 metros de alto y 60 centímetros de profundidad. Si os parecen unas condiciones de trabajo poco cómodas, imaginad lo que supuso para este esforzado trabajador de principios de siglo XX, pues desarrolló su labor durante nada más y nada menos que veinte años.
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