Después de ennegrecernos las caras, afilar los cuchillos y comprobar nuestro equipo por enésima vez, formamos y fuimos hacia el aeródromo. Eran las 10:00 de la noche. Por el camino, íbamos con mucha marcha, algunos de nosotros, cantando. Salió una ancianita y no dijo: “mandarlos al infierno, yanquis”. Se me hizo un nudo en la garganta, de miedo y de orgullo (Teniente Parker A. Alford - 3º Batallón, 1º Regimiento de Infantería Paracaidista, 101ª División Aerotransportada de Estados Unidos) Cuando descendía, miré alrededor y vi bajar a otros ...
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