Cuatro directores ha tenido el Museo de Pontevedra en casi cien años, pero uno de ellos, el suegro de Alexandre Bóveda, apenas duró tres años, que fue lo que tardó en morir. No diré yo si esa larguísima permanencia de sus directores en el cargo es buena o mala para un museo. Dígalo usted. A la Iglesia le funciona con sus Papas. Me limito a constatar un hecho y a afirmar que por suerte para la institución, Filgueira fue un gran director, igual que afirmo que Filgueiras no salen así como así bajo las piedras. (...)
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