En su libro Las hormigas, Edward Wilson contaba que mientras los humanos envían a nuestros jóvenes a la guerra, las hormigas mandan a sus ancianas. Esta costumbre, que comparten con muchos otros insectos, implica con frecuencia, morir por el grupo, en algunos casos haciéndose volar por los aires para liberar una carga química letal. un artículo publicado en la revista Science muestra cómo en ciertas sociedades de termitas son las propias trabajadoras, y no las soldados, las encargadas de participar en estas misiones suicida.
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