El equipo de cuidadores del Bioparc que dirige Miguel Casares ha logrado que el rinoceronte blanco llegado hace un año desde el clausurado zoo de Viveros empiece a superar sus traumas. El más evidente y que más llamaba la atención de los visitantes era la costumbre del animal de andar en círculo. Hace unos meses los cuidadores empezaron a trabajar con Rómulo, que así se llama el rinoceronte, con una curiosa terapia de choque. Introdujeron en su cobijo obstáculos, como rocas y troncos, que le obligaran a desviarse de su trayectoria circular.
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