Mientras que tener un gato en la niñez protege de futuras alergias, un nuevo estudio revela que hacerlo en la adultez duplica la posibilidad de desarrollar reacciones inmunológicas, un primer paso a las sibilancias, los estornudos y la irritación de los ojos. "Si un adulto tiene asma y/o alergias, debería pensar dos veces antes de adoptar un gato. Y si lo hace, no dejarlo entrar al dormitorio", opinó el doctor Andy Nish, del Centro de Atención de Asma y Alergias de Gainesville, en Georgia, quien no participó del estudio.
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