Ayer salía el informe PISA. Una prueba que, a pesar de todos sus defectos y su intencionalidad, es la única prueba externa estandarizada que permite comparar los sistemas educativos de diferentes países. Y salimos, de nuevo, como el culo. ¿A qué estamos jugando? No, no es añorar la EGB. Se trata de otra cosa. Ya hemos perdido una generación, ¿queremos perder más?
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