En contraste con su repulsiva reputación, son juguetonas y afectivas, y muy inteligentes. Estudios recientes muestran su capacidad para sentir empatía. Las ratas aman la compañía de los humanos porque son animales sociales; en la vida silvestre viven en colonias grandes. Eso significa que también necesitan la compañía de sus congéneres, así que uno debería tener al menos dos. Erin Stromberg, una cuidadora de animales asegura: el rechazo hacia las ratas se debe en parte a su inteligencia. Son flexibles y suficientemente adaptables para aprender.
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