Quizá como dicen muchas canciones, se necesita tiempo, siempre es él, dulce verdugo de un crepitar de pasos sin nombre. Pasos que sin querer damos cada uno de los días que corremos sin detenernos siquiera a contemplar lo que tenemos delante. Se desgrana segundo a segundo y solo puedes verlo una vez. Él, sin embargo, sigue tranquilo y tentador, sentado en una ola de cambio que aún no sabe cómo tiene que romper. Sin destino ni rumbo. A pesar de eso, le sigues esperando impaciente. Nunca he tenido suficiente con una sola vez.
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