La telebasura de Ana Rosa Quintana resulta bastante más dañina, venenosa e indigesta que el circo parlante de Jorge Javier Vázquez, en primer lugar, porque mezcla mentiras y verdades a medias, y en segundo lugar, porque la gente cree que se trata de un programa respetable. Al fin y al cabo, detrás de los escándalos, berridos y exabruptos de Jorge Javier y sus invitados, no hay más que la tramoya de un teleteatro improvisado. En cambio, detrás de las noticias y tertulias de Ana Rosa, se esconde un calculado programa de desinformación nacional.
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