Los líderes de las empresas internacionales que operan en el terreno de las nuevas tecnologías, especialmente en la vigilancia de las telecomunicaciones, en Libia, Siria, Birmania, China, Turkmenistán y otros regímenes autoritarios deben reflexionar sobre su responsabilidad. Sus herramientas, sus equipos y sus conocimientos se están utilizando con fines delictivos.
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