Es habitual escuchar el argumento de que los gestores tecnócratas serian mejores gestores que los políticos. Se parte de dos argumentos, dos hipótesis iniciales, que a menudo son aceptadas por una gran parte de la población: (1) Toda ideología es mala. (2) Los tecnócratas no tienen ideología. Pero como todos entendemos de antemano al generalizar, ambas afirmaciones son falsas. Desdeñar de la ideología es un disparate. Por tanto, un tecnócrata, en cuestiones o problemas de solución no óptima tendrá una ideología, como la de todos.
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