Tradicionalmente las mujeres nos hemos quejado de la nula expresividad afectiva de nuestros hombres. Ahora resulta que aparece una moda y todo el mundo se quiere o dice que se quiere. Me refiero a la moda de declararse continuamente sin venir a cuento. No hace mucho encontré a una conocida a quien no veía desde hacía quince años. Teníamos prisa, pero el encuentro nos entretuvo cinco minutos. Al terminar nos dimos un beso y sin cotejar nuestros respectivos móviles espetó: ¡te quiero! Todavía flipo.
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