Hace un año, la televisión digital terrestre (TDT) sustituyó a la señal analógica en España.En aquel momento se lanzaron campanas al vuelo anunciando que habría muchos más canales en abierto, mejoraría la calidad de imagen y sonido, tendríamos guías electrónica de programación, podríamos elegir subtítulos y llegaría la alta definición. Un año después, la primera pregunta que surge, espontánea, es ¿para qué queremos tantos canales si buena parte de ellos no aportan nada y se limitan a repetir contenidos?
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