Para tomarnos un café expreso como el de George Clooney se necesita: cultivar el grano, tostarlo, transportarlo, meterlo en dosis individuales, colocarla en la cafetera y finalmente tirar la cápsula a la basura. Todo un éxito comercial con una importante contrapartida ambiental: cada una de estas tazas de café ha supuesto la emisión de 82 gramos de CO2, casi tanto como lo que contamina un coche tipo Smart a los 100 kilómetros.
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