Lo importante aquí es que esta ciencia impregnó los modelos de actuación educativa y de organización del curriculum; algo que puede comprobarse en eminentes autores de la época como Bobbit (1918) y Charters (1922, 1954)[2]. La gestión centífica del curriculum ha sido tan influyente que incluso hoy se puede detectar, eso sí renovada, no sólo en muchas propuestas emanadas de los gabinetes tecnocráticos del ministerio, si no defendida y aplicada escrupulosamente en muchos centros educativos que pretenden pasar por innovadores.
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