"Lo llevo conmigo en el taxi por una cuestión de compañía. Soy diabético y mi nivel de azúcar siempre era muy alto. Este es un trabajo muy estresante: el caótico tráfico de la Ciudad, las discuciones con otros conductores y los pasajeros que suben con sus problemas. Pero desde hace seis meses que lo tengo a Brownie siempre conmigo en el auto y mi nivel de azúcar es normal. Estoy más relajado, soy más feliz haciendo mi trabajo. Y el pasajero también se relaja", cuenta Schuster.
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