Un taxi me llevaba por el norte de la ciudad. Edificios de cuatro plantas. Gran calidad. Calles anchas, muy luminosas. Las nuevas urbanizaciones de Madrid. Era 2004. Señaló un piso alto. -Ese es mío. Seguimos unos minutos. -Ese -dijo señalando otro piso-. Mío también. Contó que tenía cinco pisos en la ciudad. Los tenía a nombre de su mujer y de sus hijos. Así pagaba menos impuestos. Todos alquilados. Unos para rumanos. Otros a sudamericanos...
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