Wellington R. Burt amasó durante el siglo XIX una gran fortuna vendiendo hierro y madera pero ni sus hijos ni sus nietos pudieron disfrutar de la herencia. En uno de los casos más insólitos de herencias que se conoce, Burt dictaminó que su fortuna no podría ser distribuida hasta que transcurrieran 21 años desde la muerte del último de sus nietos, algo que sucedió en 1989. Doce tataranietos se reparten ahora una fortuna de 100 millones de dólares.
|
etiquetas: wellington , burt , herencia , nietos , hijos , fortuna , reparto , amasar