De manera periódica aterrizan sobre el cordel de mi tendedero unas bragas color carne del tamaño de la provincia de Badajoz. La primera vez que ocurrió semejante hecho fue allá por la primavera, que ya se sabe es única haciendo caer los subterfugios de los tejidos. En ese momento no quise darle importancia al braguizaje aunque, todo hay que decirlo, le dediqué una entrada en Facebook e incluso me pregunté a mí misma, atribulada y pensativa junto al mismito cordel, si debía o no interpretar aquello de las bragas como una señal.
|
etiquetas: ropa interior , interiorismo , moda