Hay gentes a quienes los árboles no les dejan ver el bosque. Pero hay otras, como los políticos del Ayuntamiento de Burgos, para quienes los árboles son aún más molestos, pues no les dejan ver la catedral. Próxima la fecha de la inauguración del flamante Museo de la Evolución Humana, los ediles burgaleses observan con disgusto cómo unos árboles irredentos, crecidos espontáneamente en las márgenes del río Arlanzón, estropean la visión catedralicia..."
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