La mágica ley de las similitudes de la homeopatía es otro ejemplo flagrante de superstición pura y dura. Según dicha ley, si una sustancia provoca una serie de síntomas en una persona sana, la misma sustancia tendrá efectos curativos sobre aquella persona que presenta síntomas similares. ¿Por qué? “Porque yo lo valgo”, parece ser que afirmó Hahnemman, aquel señor que se sacó la homeopatía de la chistera. De la ley de las similitudes se derivan estupideces como utilizar cebolla para tratar el resfriado y la fiebre del heno...
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