Sumon es un adolescente sonriente, alegre, que, a pesar de la parálisis cerebral, cada día coge su mochila y parte hacia la escuela. “Al principio estaba tan traumatizado que nadie se le podía acercar. Con el tiempo se fue abriendo. No puedo juzgar a sus padres, la vida en la pobreza es muy difícil”.
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