La violencia sexual mediante sumisión química no la ejercen solamente los agresores que administran drogas a víctimas de forma encubierta. Incluye también a quienes actúan de forma oportunista, aprovechándose de los efectos derivados del consumo voluntario de alcohol u otras sustancias por parte de las víctimas. Sin embargo, el foco mediático sobre esta práctica está sesgado, mostrando exclusivamente casos de administración encubierta de drogas. La atención prestada a los dispositivos que las detectan en las bebidas es buen ejemplo de ello.
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