Panacea milagrosa la que descubren y firman en el Instituto para Energética y Ecología de Leipzig. La Unión Europea podría liberarse del suministro de gas natural ruso si sembrara los campos a lo largo de los gasoductos, con maíz y centeno. El biogás que de estas plantas se obtuviera se podría introducir directamente a las redes existentes y quedariamos abastecidos hasta el 2020.
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