De todas las enemistades que devotamente los hispanos han profesado, la de las suegras y las nueras es mi preferida. La prefiero por estar hoy menos trillada que el cainismo fratricida y la rabieta política, y también por la productividad literaria a que ha dado lugar. En canciones, coplas, romances, refranes y dichos sobrevive el testimonio de esta animadversión. Segunda parte:
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