El gobierno sueco se ha puesto en guardia tras el devenir de la crisis ucraniana y la anexión rusa de Crimea. Se teme que la ambición rusa pudiera llevar al Kremlin a intentar controlar otras zonas allende sus actuales fronteras, en territorios de países como Suecia, Finlandia y las repúblicas del Báltico. Estocolmo estaría ahora planteándose un aumento de su presupuesto militar e incluso la adhesión a la OTAN, pese a su tradición pacifista.
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